Dra. Liliana Pedraja-Rejas

Investigadora Responsable
Fondecyt 1210542

Buscar

Diversidad, excelencia y acceso a la educación superior: El caso de la Universidad de California

ARTÍCULO

Diversity, excellence and access to Higher Education:

The case of the University of California

Cristina González1

1University of California, Davis. Educación. EE.UU. E-mail: crigonzalez@ucdavis.edu

 

RESUMEN:

Proporcionar acceso a la educación superior a estudiantes que no pertenecen a los grupos sociales dominantes es un asunto de creciente interés en muchos países del mundo, algunos de los cuales están desarrollando políticas al respecto. En este contexto, se hace un repaso a la historia de cómo la Universidad de California ha afrontado la relación entre diversidad y excelencia, prestando especial atención a las actuaciones de seis rectores clave, lo cual ayudará a comprender mejor los desafíos a los que se enfrentan en la actualidad todas las instituciones de educación superior, incluidas las chilenas. Concluyendo, desde la experiencia de la Universidad de California, que implementar mecanismos para facilitar el acceso a la educación superior y garantizar su éxito en ella a los estudiantes de grupos desfavorecidos, es posible si hay una fuerte determinación por parte de los líderes académicos, así como del cuerpo de profesores y del personal auxiliar, además de una importante inversión de recursos y ser persistentes en el proceso.

 

Palabras clave: Universidad de California, Educación Superior, diversidad, excelencia.

 

ABSTRACT:

Providing students who do not belong to dominant social groups access to Higher Education is a matter of growing interest in many countries of the world, some of which are developing policies in this regard. In this context, this article reviews the history of how the University of California has addressed the relationship between diversity and excellence, paying special attention to the actions of six key headmasters, this will help to understand better the challenges all Higher Education Institutions face currently, including the Chilean ones. Concluding, from the experience of the University of California that implementing mechanisms to facilitate access to Higher Education and to guarantee students from disadvantaged groups success is possible if there is strong determination from academic leaders, as well as professors and auxiliary personnel, besides an important investment of resources and persitence in the process.

 

Keywords: University of California, Higher Education, diversity, excellence.

 

 

Introducción

Proporcionar acceso a la educación superior a estudiantes que no pertenecen a los grupos sociales dominantes es un asunto de creciente interés en muchos países del mundo, algunos de los cuales están desarrollando políticas al respecto.  Un país que ha sido pionero en este campo es Estados Unidos, que, además de llevar bastante tiempo lidiando con el asunto del acceso de las mujeres y las minorías étnicas a la educación superior, últimamente está dedicando mucha atención a los problemas de los estudiantes de primera generación, es decir, hijos de personas sin estudios superiores, así como a los de familias de pocos recursos económicos.  Dentro de los Estados Unidos, han sido particularmente productivos los esfuerzos democratizadores de la Universidad de California.

Un rápido repaso a la historia de la relación entre diversidad y excelencia en esta universidad ayuda a comprender mejor los desafíos a los que se enfrentan en la actualidad todas las instituciones de educación superior, incluidas las chilenas, así como a examinar algunas estrategias para mejorar el acceso a ellas a estudiantes de grupos desfavorecidos.  En este repaso se prestará especial atención a las actuaciones de seis rectores clave en lo que a la relación entre diversidad y excelencia se refiere.  Los cuatro primeros (Durant [1870-1872], Gilman [1872-1875], Wheeler [1899-1919] y Kerr [1958-1967]) son líderes transformacionales, visionarios, que defendieron la excelencia abierta y vigorosamente, a veces a costa de la diversidad, mientras que los dos últimos (Gardner [1983-1992] y Atkinson [1995-2003]) son líderes transaccionales, astutos, que se dieron cuenta de la importancia de la diversidad e intentaron fomentarla, a veces con iniciativas opacas e indirectas para no dar la impresión de que no valoraban la excelencia, ya que, hasta hace poco tiempo, excelencia y diversidad se consideraron como cosas incompatibles.  Solamente en los últimos años se han empezado a percibir como cosas complementarias cuya unión constituye la clave del éxito, según ver.

 

Diversidad y excelencia en la Universidad de California

Puede decirse que la historia de la Universidad de California comienza en 1848, año en el que empieza la fiebre del oro, cuando se descubre este metal en las inmediaciones de la Sierra Nevada, lo que causa un inmediato y drástico crecimiento de la población.  Dos años después, en 1850, California, recién anexionada a Estados Unidos tras la guerra contra México, se convierte oficialmente en un estado, después de efectuar una convención constituyente. En ésta se habla ya de la necesidad de fundar una universidad pública. Las finanzas del nuevo estado, sin embargo, tardaron en estabilizarse, por lo que la educación superior en un principio fue impartida en pequeñas instituciones privadas.  La Universidad de California no se fundó hasta 1868, cuando el estado dio dinero para convertir a una de estas instituciones, el Colegio de California, en universidad pública, cambiándole el nombre a Universidad de California.  En aquel momento mucha gente en el estado quería que ésta tuviese una orientación puramente técnica.  Sin embargo, Henry Durant, visionario rector, primero del Colegio de California y luego de la Universidad de California, insistió en que la nueva institución respetase el espíritu de la antigua y fuese una universidad completa, con ciencias y letras, lo que se le prometió, aunque las tensiones continuaron.  Es importante destacar que Durant se había formado en la Universidad de Yale, cuyo espíritu aristocrático transmitió a la Universidad de California, que, desde el primer momento tuvo un énfasis muy fuerte en la excelencia.

 

Este énfasis se acentuó todavía más con el liderazgo de otro visionario rector también procedente de la Universidad de Yale, Daniel Gilman, quien, siguiendo el modelo alemán, después fundaría la Universidad de Johns Hopkins, considerada la primera universidad de investigación de Estados Unidos. En el corto tiempo que estuvo en la Universidad de California, Gilman libró fieras batallas en defensa de la idea de una universidad completa y no una institución de orientación puramente técnica. Además, con el modelo alemán en mente, estableció parámetros de calidad y se ocupó de aumentar el tamaño de la biblioteca, así como de crear becas de investigación.

 

Para cuando el visionario Benjamin Wheeler llega a ser rector, la Universidad de California está lista para dar el paso siguiente.  Educado en Alemania, Wheeler tenía una idea muy clara de lo que había que hacer para poner a la Universidad de California en el mapa.  Con el objetivo de mejorar el volumen y calidad de la investigación, se ocupó personalmente de contratar a profesores de primera categoría por todo el país, así como de recaudar fondos para mejorar la biblioteca y para construir laboratorios y otros edificios.  No es coincidencia que fuese bajo su liderazgo cuando la Universidad de California empezó a considerarse como una de las mejores instituciones de educación superior del país. Efectivamente, en 1900, cuando se crea la Asociación de Universidades Americanas (Association of American Universities-AAU), que en ese momento incluye a las catorce mejores del país, se encuentra ya entre ellas la Universidad de California.  Esta clasificación, que supone el comienzo de los rankings, es confirmada en 1910 por un libro publicado por Edwin Slosson sobre las mejores universidades del país en el que tiene un lugar muy destacado la Universidad de California.  En este libro, titulado Great American Universities, Slosson, que parece haber quedado deslumbrado por la Universidad de California, alaba la excelencia de ésta tanto en los campos teóricos como en los prácticos.  Pero lo que más le sorprende es la gran diversidad presente en la institución, en la que hay muchas mujeres y un número significativo de estudiantes extranjeros procedentes de India, China y Japón.  Sobre las mujeres dice que son tan buenas estudiantes que han subido mucho el nivel académico del alumnado.  De los estudiantes extranjeros comenta que no parece haber demasiada discriminación contra ellos.  Slosson cree que la combinación de diversidad y excelencia que tenía la Universidad de California en aquel momento representa una visión del futuro de las instituciones de educación superior.  Ese futuro, sin embargo, tardó en llegar mucho más de lo que él pensaba, ya que hubo una serie de retrocesos que resultaron en una disminución de la diversidad de la Universidad de California, sobre todo con referencia a las mujeres, cuya historia ofrece lecciones importantes.

 

La asistencia de mujeres no estaba prevista cuando se fundó la Universidad de California en 1868, pero dos años más tarde, en 1970, hubo que pasar a toda prisa una resolución permitiéndola en vista de la fuerte demanda femenina. En California, en aquellos tiempos de gran prosperidad económica, los hombres tenían acceso a ocupaciones bastante lucrativas y no querían ser profesores de primaria y de secundaria, que no eran actividades bien pagadas, por lo que estos trabajos docentes estaban en su mayor parte en manos de mujeres, las cuales debían ir a la universidad para prepararse. Por esta razón en la Universidad de California el número de mujeres aumenta cada año hasta que en 1900 constituye el 46% del alumnado.  Esto es lo que maravilló a Slosson durante su visita.  El número de mujeres continuó creciendo hasta que en 1915 hay más mujeres que hombres matriculadas en ciencias y letras, la parte más visible de la institución, lo que genera una preocupación de que esto afecte negativamente su prestigio.  La diversidad en ese momento se percibe como directamente contraria a la excelencia y se empieza a dirigir a las mujeres hacia las recién creadas facultades de educación y economía doméstica. El rector Wheeler fue el autor de esta política, que ayudó a fortalecer la posición de la Universidad de California en los rankings, pero acabó disminuyendo la diversidad del alumnado.

 

Debe entenderse que la Universidad de California no fue ni mucho menos la única institución que reaccionó de esa manera ante la fuerte presencia de mujeres en las aulas a finales del siglo XIX y comienzos del XX. Al contrario, esto fue algo común en aquel momento en el que apareció la competición por el prestigio expresada en los rankings. Como entonces las instituciones más famosas, como Harvard, Yale y Princeton, no contaban con mujeres en el alumnado, las otras universidades temían que su reputación sufriese por tener una fuerte presencia femenina. Muchas tomaron medidas para disminuir o enmascarar esta presencia. Por ejemplo, la Universidad de Stanford limitó el número total de mujeres a quinientas. La Universidad de California no fue tan drástica. Lo que hizo fue empujar a las mujeres hacia las nuevas carreras de educación y economía doméstica, pero, a largo plazo, las consecuencias de sus acciones fueron similares, ya que la presencia femenina en la institución fue disminuyendo y no volvería a ser importante hasta la segunda mitad del siglo XX.

 

Este episodio muestra varias cosas. En primer lugar, es un recordatorio de que el progreso es frágil. En cualquier momento puede haber un retroceso, razón por la cual es importante defender todos los logros. En segundo lugar, muestra una paradoja que se observa con frecuencia en la historia de la educación superior y que consiste en que una mejora en el sistema empeora la situación de grupos marginales. En este caso, la mejora es el énfasis en los rankings que le da el visionario rector Wheeler a la Universidad de California, cuyo prestigio aumenta bajo su liderazgo. Esto es bueno para la institución, pero debilita la situación de las mujeres, a las que arrincona. En tercer lugar, indica que los líderes visionarios pueden tener puntos ciegos en su visión. Así, obsesionado con ganar la carrera del prestigio institucional, Wheeler sacrificó la diversidad de género.  Curiosamente, Wheeler fomentó la inclusión de estudiantes de otros continentes a California y fue muy crítico con los que mostraban prejuicios raciales contra ellos.  Parece que tener un pequeño grupo de alumnos internacionales no blancos estaba dentro de su visión de excelencia. Mientras que tener una fuerte presencia femenina no cabía dentro de ésta y no tuvo ningún reparo en apartar a las mujeres para lograr su objetivo de aumentar el prestigio de la Universidad de California.

 

Durante las décadas siguientes, la Universidad de California creció en tamaño e importancia con la apertura de múltiples campus y su subida en los rankings. Esta meteórica carrera culmina en 1960, cuando se aprueba el Plan Maestro de la Educación Superior de California (California Master Plan for Higher Education), el cual aumenta la selectividad de la Universidad al determinar que solamente el 12.5% más alto del alumnado de las escuelas secundarias podrá acceder a ella, enviando el 33.3% más alto a la Universidad del Estado de California y el resto a los colegios comunitarios, que tienen matrícula abierta. Con este reparto del alumnado de secundaria entre los tres sistemas estatales de educación superior viene una distribución diferencial del dinero público, que asigna más fondos por estudiante a la Universidad de California que a la Universidad del Estado de California y a ésta que a los colegios comunitarios. Estos cambios fortalecieron la excelencia de la Universidad de California, aumentando su prestigio. El autor del plan estratégico fue Clark Kerr, quizás el rector más visionario de toda la historia de la institución. Como en el caso de Wheeler, Kerr tenía un punto ciego en su visión y es que no anticipó que, al reducir el número de estudiantes que podían entrar en ella, iba a impactar negativamente la diversidad del alumnado.

 

En los años 60, en el campus de Berkeley, tiene lugar el movimiento por la libertad de expresión, íntimamente relacionado con el movimiento nacional por los derechos civiles. En ese momento, en California y en el resto del país, los estudiantes blancos se rebelan contra el sistema y los estudiantes de color reclaman un sitio en él. Por su parte, las mujeres empiezan a articular reivindicaciones feministas. Como respuesta a estos acontecimientos y a los consecuentes requisitos federales con respecto a la protección de las mujeres y minorías étnicas establecidos en esa época, la Universidad de California empieza sus programas de acción afirmativa a fínales de los años 60. El sistema de admisiones que sigue en ese momento es dual, pues, por una parte, evalúa a los solicitantes blancos de manera impersonal y mecánica, de acuerdo con criterios numéricos, como las notas de las clases y los resultados del test de aptitud, y por otra parte examina las solicitudes de los estudiantes de color de manera personalizada, examinando minuciosamente todos y cada uno de sus logros, además de los criterios numéricos, para comprender su trayectoria y determinar su potencial.  En esa época, el número de estudiantes de minorías étnicas, que había sido siempre pequeño, empieza a crecer lentamente. En cambio, el número de mujeres aumenta bastante, tanto en la Universidad de California como en el resto del país.

 

Para comienzos de los años 80 el número de mujeres que obtienen títulos universitarios en los Estados Unidos supera al de hombres. La situación de las minorías étnicas sin embargo continuaba estancada, cuando el astuto rector David Gardner, bajo presión por parte de políticos progresistas que exigían cambios, da gran impulso a los programas de acción afirmativa de la Universidad de California mediante toda clase de medidas, incluidos esfuerzos por diversificar el profesorado y la administración, además del alumnado. A pesar de todo esto, el número de estudiantes de color no aumentó tanto.  Sin embargo, aumentó bastante la percepción de que la Universidad de California favorecía a las minorías étnicas. La crisis económica de los años 90 causó tensiones y resentimiento, produciéndose una reacción contra los programas de acción afirmativa por parte de un segmento de la población alentado por políticos conservadores. Todo esto culminó en 1996 con la aprobación por los votantes del estado de California de la proposición 209, que hizo ilegal la consideración de raza y género en admisiones y contratos y tuvo un inmediato impacto negativo en la diversidad de las universidades públicas, incluida la Universidad de California. Le tocó lidiar con esta crisis al astuto rector Richard Atkinson, quien, durante todo su mandato, dedicó la mayor parte de sus energías a mitigar el daño causado por la proposición 209 mediante una serie de esfuerzos democratizadores, que sus sucesores han continuado y aumentado.

 

Esfuerzos democratizadores de la Universidad de California

 

Evaluación individualizada de solicitantes

Tras la aprobación de la proposición 209, lo primero que hizo la Universidad de California fue cambiar su sistema de admisiones, ya que dejó de ser permisible considerar raza y género en la evaluación de solicitantes.  La solución fue extender la evaluación individualizada que se hacía con los casos especiales a todos los solicitantes, siguiendo el modelo de las universidades privadas de élite.  Es un modelo costoso porque requiere mucho personal para evaluar todas y cada una de las solicitudes cuidadosamente, razón por la cual muchas universidades públicas habían usado métodos más mecánicos y centrados en los números. Los criterios numéricos siguieron usándose, pero como parte de un amplio abanico de factores. Así, además de las notas de las clases y los resultados del test de aptitud, se consideran cosas tales como la trayectoria y contribuciones de los estudiantes, o sea, si están mejorando o empeorando, si han tomado algunas clases de nivel avanzado o de honores, si destacan en alguna disciplina, si tienen talentos especiales, como actividades atléticas o artísticas, si han demostrado liderazgo o hecho servicio a la comunidad. También se considera la procedencia geográfica de los alumnos, esforzándose por reclutar a estudiantes de zonas rurales o apartadas. Los logros de los estudiantes se examinan en el contexto de sus circunstancias personales, incluida la calidad de las escuelas a las que asistieron. El haber superado obstáculos y salido adelante en situaciones difíciles se contempla positivamente. Entendiendo que los estudiantes aprenden tanto de sus compañeros como de los profesores, se intenta reunir un grupo de alumnos con experiencias y talentos diversos y gran espíritu de superación. Cada promoción es un mosaico cuyas piezas se escogen muy cuidadosamente. El objetivo del proceso de selección es crear un ambiente educativo estimulante y dinámico. Por eso, la principal pregunta a la hora de decidir a quien se admite es lo que aporta cada solicitante y cómo esa aportación puede enriquecer al conjunto del alumnado y a la institución.

 

Elegibilidad en el contexto local

Cuando se estableció el modelo de evaluación personalizada de los solicitantes se implementó también un proceso de aceptación automática de los estudiantes con la mejor nota media de todas y cada una de las escuelas secundarias de California, fuesen cuales fuese los resultados de su test de aptitud, ya que se sabe que éstos están afectados por factores de raza y de nivel socio-económico y cultural de la familia. Este proceso, inspirado por el plan del diez por cien de Texas (Texas Ten Percent Plan), se basa en la idea de que los estudiantes que, por vivir en barrios pobres, van a escuelas de baja calidad deben poder entrar en buenas universidades públicas si han destacado en sus estudios, ya que han tenido éxito con los recursos a su disposición, es decir que han hecho todo lo que ha estado a su alcance. A estos estudiantes se les da preferencia sobre estudiantes con mejores credenciales procedentes de escuelas más ricas, en las que hay un porcentaje mucho mayor de alumnos bien preparados. El 20% de los estudiantes con la nota media más alta de una escuela rica puede estar mejor preparado y tener mejores resultados en el test de aptitud que el 10% de los estudiantes con la nota media más alta de una escuela pobre, pero solo el 10% más alto de cada escuela, por buena que sea, entra automáticamente en la universidad pública por esta vía. El resto tiene que competir con todos lo demás solicitantes por los cauces normales. Por esta razón, el plan ha recibido críticas por parte de alumnos de escuelas ricas, que se sienten desplazados.  Su gran ventaja es que capta a muchos estudiantes de grupos desfavorecidos sin usar raza ni género como criterios de admisión. La Universidad de California lleva unos años utilizando este método con bastante éxito.  Primero lo hizo con el 4% y luego aumentó el porcentaje al 9%. El plan no garantiza la entrada en ninguno de sus diez campus en particular, sino que simplemente promete acomodar a los estudiantes en el campus que tenga plazas disponibles en ese momento.

 

Transferencia de estudiantes de colegios comunitarios

En Estados Unidos en general y en California en particular hay una red muy extensa de colegios comunitarios, los cuales ofrecen los dos primeros años de la universidad, que son de educación general, además de impartir diversos estudios vocacionales. Los que completan los estudios de educación general con cierto nivel académico y habiendo cumplido con los debidos requisitos pueden solicitar la entrada como alumnos de tercer año en las universidades, que tienen un sistema muy bien desarrollado de reglas para efectuar esta transferencia. Hay colegios comunitarios por todo el estado de California, ya que se construyeron con la idea de que ninguna persona viviese a más de una hora en coche de un colegio comunitario. Por esta razón y por el bajo precio de la matrícula, los colegios comunitarios atraen a estudiantes de origen modesto, muchos de los cuales son de minorías étnicas y/o inmigrantes. Tras la aprobación de la proposición 209, la Universidad de California decidió potenciar el proceso de transferencia de los colegios comunitarios a sus diferentes campus, aumentando mucho el número de estudiantes de esta procedencia que admite. En la actualidad una tercera parte de los alumnos que se gradúan con un título de “bachelor” en la Universidad de California procede de colegios comunitarios. La Universidad de California garantiza la admisión a cualquier estudiante de los colegios comunitarios que cumpla los requisitos. La entrada en la Universidad de California se hace a través de dos vías. La vía regular es que el estudiante solicite a varios campus, tras el primer año de estudios en un colegio comunitario, y vea qué campus le ofrece admisión. Un número pequeño pero significativo de alumnos usa otra vía, la de transferencia garantizada, que asegura la entrada en el campus elegido si se cumplen ciertos requisitos.  Esto lo solicita el estudiante antes de entrar en el colegio comunitario y, cuando la Universidad de California lo acepta, hace un contrato con él al respecto. Si durante su estancia en el colegio comunitario el estudiante cumple con lo pactado, entra automáticamente en el campus de la Universidad de California estipulado en su acuerdo. Gracias a la intensificación del número de transferencias, tanto por la vía regular como por la vía garantizada, la Universidad de California ha aumentado la diversidad del alumnado considerablemente en los últimos años.

 

Programas para preparar a estudiantes de secundaria para acceder a la universidad

Estos programas, que tienen varias décadas, adquirieron mucha importancia tras la aprobación de la proposición 209, cuando se agudizó la necesidad de aumentar el número de estudiantes de grupos desfavorecidos que solicitaban su entrada a la universidad. Puesto que no se podía considerar raza ni género en el proceso de admisiones, lo que se hizo fue animar a miembros de grupos desfavorecidos a prepararse para entrar en la universidad, que es la misión de estos programas. Los consejeros de la Universidad asesoran de manera sistemática y sostenida a estudiantes de escuelas cuyos alumnos están poco representados en la Universidad de California, que son escuelas más bien pobres y con bastantes alumnos de minorías étnicas y/o inmigrantes.  Se les informa a ellos y a sus familias sobre las diferencias entre las tres universidades públicas: La Universidad de California, la Universidad de Estado de California y los colegios comunitarios. Se les explican sus requisitos de admisión, que son muchos y bastante complicados, así como las clases de becas existentes y los procedimientos para acceder a ellas. Se les ofrecen cursillos para prepararse para el test de aptitud y se les ayuda a completar la solicitud, proporcionándoseles orientación sobre cómo redactar el ensayo sobre sus logros y aspiraciones que forma parte de ésta.   Las actividades de los programas incluyen seminarios de orientación de seis semanas ofrecidos por el verano en la propia universidad. Asimismo, los estudiantes tienen acceso a consejeros individuales que los guían y ayudan a llegar a buen puerto.  El objetivo de los programas es proporcionar a estos jóvenes el conocimiento del sistema y la confianza en sí mismos que tienen los estudiantes procedentes de familias con más capital material y cultural.  Los programas tienen muy buenos resultados y un porcentaje considerable de los participantes logra entrar en la Universidad de California.

 

Programas para preparar a estudiantes subgraduados para acceder a los estudios de postgrado

Semejantes a los programas para preparar a estudiantes de secundaria para entrar en la universidad son los que preparan a estudiantes subgraduados para acceder a la escuela de postgrado. La Universidad de California tiene gran variedad de programas de este tipo. Cada campus tiene un grupo diferente de programas, aunque hay algunos que son comunes para todos ellos. Casi todos los programas tienen un enfoque disciplinar, es decir que cada uno se centra en un grupo particular de materias.  Unos son parte de iniciativas nacionales y están financiados con becas federales.  Otros están financiados por la propia Universidad de California.  Por ejemplo, MCNAIR, está financiado con una beca federal y dedicado a preparar a los participantes para solicitar la entrada en programas de doctorado en ciencias o letras. Sus requisitos demográficos son que los padres de los estudiantes tengan bajos ingresos y carezcan de estudios universitarios o que pertenezcan a grupos subrepresentados en los estudios de postgrado. Por su parte UCLEADS está financiado por la Universidad de California y es para estudiantes que desean hacer el doctorado en ciencias, matemáticas o ingeniería. Sus requisitos demográficos son que los estudiantes procedan de grupos desfavorecidos desde el punto de vista económico y/o educativo. Cada programa está dedicado a un grupo demográfico muy preciso. A veces estos grupos demográficos son específicamente las minorías étnicas, como sucede con programas como CAMP o BUSP. Aunque en California está prohibido considerar raza o género en los procesos de admisiones o contratación, es permisible reclutar activamente dentro de estos grupos y ofrecerles preparación especial para hacer sus solicitudes más competitivas.  Estos programas, que ofrecen asesoría y múltiples actividades académicas con un énfasis en la investigación durante un período de tiempo prolongado, suelen tener buenos resultados. Los estudiantes, que se sienten arropados por todo el personal dedicado a ellos, así como por el resto de la institución, logran con frecuencia su objetivo de ser admitidos a programas de postgrado en diversas universidades americanas.

 

Actividades para estudiantes de primera generación

Todos los programas descritos anteriormente tienen un número considerable de estudiantes de primera generación, es decir de estudiantes cuyos padres carecen de preparación universitaria. Muchos de estos padres son además personas de ingresos bajos y hay bastantes que son miembros de minorías étnicas y/o inmigrantes. En los últimos años, la Universidad de California ha hecho un esfuerzo deliberado y sostenido por reclutar y educar a estos alumnos. Gracias a esos esfuerzos, en estos momentos el 42% de todos los estudiantes subgraduados son de primera generación, lo que es un porcentaje superior a la media de todas las universidades americanas (36%) y muy superior a la de las universidades públicas selectivas (27%) y por supuesto a la de las universidades privadas selectivas (18%). En general estos estudiantes de primera generación no solo obtienen buenos resultados académicos, sino que también se declaran satisfechos con su experiencia en la Universidad de California, donde dicen haberse sentido valorados. Aparte de beneficiarse de los programas descritos con anterioridad, los estudiantes de primera generación tienen especial acceso a profesores y administradores que comprenden perfectamente su situación porque la comparten.  Efectivamente, la Universidad de California organiza presentaciones por parte de profesores y administradores que fueron ellos mismos estudiantes de primera generación, los cuales después actúan como consejeros de los jóvenes, proporcionándoles información práctica y apoyo moral. Esto tiene un impacto muy positivo en los alumnos, porque les hace comprender que en la universidad hay más gente como ellos y que es posible salir adelante y prosperar, aunque no se proceda de una familia demasiado culta o acomodada. Gracias a todas estas medidas, los estudiantes de primera generación de la Universidad de California no suelen abandonar sus estudios ni avanzar en éstos con lentitud como sucede frecuentemente con este tipo de alumnos a nivel nacional. Por el contrario, estos alumnos suelen tener éxito en sus actividades académicas y conseguir buenos trabajos después de sus estudios, superando los ingresos de sus padres a los dos años de su graduación.

 

Seminarios para estudiantes de primer año

Uno de los programas que se revitalizaron después de la aprobación de la proposición 209 fue el de los seminarios de primer año que, como otras muchas instituciones de educación superior de Estados Unidos, tenía la Universidad de California. Se animó a los profesores a ofrecer más seminarios de este tipo y a los alumnos a inscribirse en ellos.  Los seminarios de primer año son cortos (una o dos horas de clase a la semana) y los profesores los imparten como un servicio voluntario, ya que aumentan su carga docente sin subir su sueldo. Sin embargo, se les proporciona algo de dinero para sus fondos de investigación, lo que parecen encontrar satisfactorio.  Además, les gusta tener la oportunidad de experimentar con ideas diferentes, ya que los seminarios pueden ser sobre cualquier tema de su elección, aunque no sea su especialidad.  Por su parte, los alumnos toman estos seminarios porque les interesan los temas y porque cuentan como parte de las horas de clase requeridas para la graduación.  Pero la principal razón por la que profesores y alumnos sienten tanto aprecio por estos seminarios es porque tienen un ambiente mucho más íntimo que el de las clases regulares, ya que en ellos el número de estudiantes está siempre por debajo de veinte.   Y ésta es precisamente una de las principales razones por las que se potenciaron tanto tras la aprobación de la proposición 209: porque ayudan a los estudiantes, incluidos aquellos que proceden de grupos desfavorecidos, a integrarse en la universidad al ofrecerles un ambiente relajado en el que pueden conocer mejor a sus profesores y a sus compañeros. Con el fin de fortalecer el espíritu de comunidad intelectual, estos seminarios cuentan con un presupuesto para actividades culturales e incluso para comida ligera o refrigerios, que los profesores se ocupan de comprar y llevar a clase, lo que aumenta el ambiente distendido. Tanto estudiantes como profesores disfrutan mucho con esta importante experiencia educativa que, sin duda, ha contribuido al éxito de la Universidad de California.

 

Conclusión

La proposición 209 se aprobó en el preciso momento en que California se estaba convirtiendo en un estado de mayoría-minoría, es decir un estado donde el número de personas pertenecientes a minorías étnicas (afroamericanos, hispanos, asiáticos e indígenas) es superior al número de blancos, y se estaba haciendo evidente que tener un alumnado diverso en sus instituciones de educación superior era esencial para la prosperidad de la región, que, para sostenerse, necesitaba que todos los grupos que la componen estuviesen altamente preparados.  Cuando la Universidad de California se vio obligada a acatar la proposición 209, tuvo que examinar sus prioridades y descubrió que de ninguna manera estaba dispuesta a ver disminuir su diversidad, así que empezó a experimentar con diferentes modos de preservarla y aumentarla.  Los siete programas descritos fueron los principales instrumentos de la Universidad de California en esta empresa, en el curso de la cual se dio cuenta de que éstos aumentaban también su excelencia, ya que conectaban más estrechamente la enseñanza con la investigación, mejorando sus métodos pedagógicos y creando un ambiente más dinámico.

 

A pesar de estos esfuerzos, el porcentaje de estudiantes de minorías subrepresentadas en la Universidad de California en relación a su presencia en la población total del estado, a saber, hispanos, afroamericanos e indígenas, no ha subido tanto como sería de desear y la Universidad de California sigue defendiendo la idea de que la consideración de raza y género en el proceso de admisiones debería ser legal a nivel estatal, como lo sigue siendo a nivel federal (1). No tiene sentido que se pueda considerar cualquier circunstancia menos raza y género. Es legal tener en cuenta factores tales como el origen geográfico y situación socio-económica de los solicitantes, incluido el nivel de estudios de sus padres. Hasta es legal dar preferencia a solicitantes que son hijos de antiguos alumnos o de grandes donantes, aunque la Universidad de California se abstiene de usar estos dos criterios por cuestión de principios. Mientras sigue condenando la absurda situación legal creada por la proposición 209, la Universidad de California continúa sin pausa sus esfuerzos democratizadores. La crisis causada por la proposición 209 ha sido una oportunidad para aclarar sus ideas, definir sus valores y mejorar sus métodos, integrando estrechamente diversidad y excelencia.

 

Durante la mayor parte de la historia de la Universidad de California, diversidad y excelencia se contemplaron como cosas opuestas. Según se ha visto, los mejores líderes transformacionales avanzaron la causa de la excelencia, a veces a costa de la diversidad, mientras que los mejores líderes transaccionales introdujeron la diversidad por la puerta de atrás. En estos momentos, sin embargo, diversidad y excelencia se consideran inseparables y su unión se contempla como la clave de la competitividad de la Universidad de California. Parece que por fin se ha cumplido aquella visión que tuvo Slosson en 1910 cuando definió a la Universidad de California como la universidad del futuro precisamente por combinar diversidad y excelencia.

 

Lo que no anticipó Slosson es que ese futuro había de tener mucha desigualdad social.  En Estados Unidos, que durante muchos años fue un país muy democrático, la movilidad social está descendiendo y las clases media-alta y alta son cada vez más capaces de mantener su posición y transmitir sus ventajas a sus descendientes, lo que en buena medida consiguen mediante el ingreso de éstos en universidades de élite. Lo mismo pasa en otros países del mundo, donde la estratificación social está aumentando a pesar de que el número de estudiantes universitarios ha crecido considerablemente. Ahora que tener estudios superiores se ha convertido en un requisito para muchos trabajos que antes eran efectuados por personas con estudios secundarios, se ha implantado un fuerte sistema jerárquico en el cual los jóvenes de grupos desfavorecidos asisten a universidades de menor calidad y obtienen peores resultados y peores trabajos que los que proceden de los grupos sociales dominantes. Por esta razón, se hace cada vez más necesario que las universidades, especialmente las de élite, implementen mecanismos para facilitar el acceso a la educación superior y su éxito en ella a los estudiantes de grupos desfavorecidos. La experiencia de la Universidad de California sugiere que esto es posible si hay 1) una fuerte determinación por parte de los líderes académicos, así como del cuerpo de profesores y del personal auxiliar, 2) una importante inversión de recursos y 3) una enorme persistencia. Mientras la diversidad no sea una de las prioridades más altas de la institución y no se contemple como parte integral de su visión de excelencia, el progreso que se pueda hacer será marginal.

 

  

REFERENCIAS

[1] William C. Kidder & Patricia Gándara (2015). Two Decades After the Affirmative     Action Ban:  Evaluating the University of California Race Neutral Efforts. Educational Testing Services. Washington DC, EE.UU. 2015.

                                                 

Este artículo es una versión revisada de la conferencia del mismo título que di el 20 de Marzo de 2019 en la Universidad de Tarapacá, Chile, como parte del simposio “El liderazgo en las instituciones de educación superior y el perfil del estudiante universitario: Reflexiones desde Chile y California,” patrocinado por el Fondo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (FONDECYT) a través de los proyectos FONDECYT 1171276 y FONDECYT 1170960.  Agradezco a FONDECYT el apoyo prestado.  Asimismo le doy las gracias a la Universidad de Tarapacá por su amable recibimiento.  Ha sido un honor y un placer participar en este importante evento.

Este artículo toma como punto de partida algunas de las ideas expresadas en mi libro Clark Kerr´s University of California: Leadership, Diversity and Planning in Higher Education (Transaction Publishers, 2011).  De la extensa bibliografía existente sobre las historia de la Universidad de California son particularmente relevantes para los temas aquí tratados las siguientes obras:  Geraldine J. Clifford, “Equally in View”:  The University of California, Its Women, and the Schools (University of California, Berkeley Center for Studies in Higher Education & Institute of Governmental Studies, 1995), John A. Douglass, The Conditions of Admission:  Access, Equity and the Social Contract of Public Universities (Stanford University Press, 2007), William W. Ferrier, Origin and Development of the University of California (The Sather Gate Book Shop, 1930), Eric Grodsky & Michal Kurlaender, Equal Opportunity in Higher Education:  The Past and Future of California’s Proposition 209 (Harvard Education Press, 2010), Henry F. May, Three Faces of Berkeley:  Competing Ideologies in the Wheeler Era,1899-1919 (University of California, Berkeley Center for Studies in Higher Education & Institute of Governmental Studies, 1993), Maresi Nerad, The Academic Kitchen:  A Social History  of Gender Stratification at the University of California (State University of New York Press, 1999), Robert Nisbet, Teachers and Scholars:  A Memoir of Berkeley in Depression and War (Transaction Publishers, 1992), Michael A. Otten, University Authority and the Student:  The Berkeley Experience (University of California Press, 1970), Patricia Pelfrey, A Brief History of the University of California (University of California, 2008), Brian Pusser, Burning Down the House:  Politics, Governance and Affirmative Action at the University of California (State University of New York Press, 2004).